La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, presentó este martes la campaña «Aléjate de las drogas. El fentanilo mata», con el objetivo de prevenir un aumento en el consumo de esta sustancia en el país y evitar la crisis que viven sus vecinos Estados Unidos y Canadá.

En una rueda de prensa, Sheinbaum afirmó: «El fentanilo en nuestro país realmente no es un problema, no hay una crisis como lo hay en algunas ciudades de EE.UU. y Canadá. No queremos que llegue a nuestro país y por eso empezamos con esta campaña».

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La mandataria explicó que la mayoría de los laboratorios ilegales desmantelados en México se dedican a la fabricación de metanfetaminas, no de fentanilo.

Sin embargo, aseguró que se mantiene la estrategia para combatir la distribución tanto dentro del territorio nacional como el tráfico hacia EE.UU. «Tan es así que se incautaron más de 500.000 pastillas de fentanilo en Sinaloa. Combatimos la fabricación ilegal y damos seguimiento a los precursores que entran a México para la producción de medicamentos o también la entrada de fentanilo para usos médicos», agregó.

Además, Sheinbaum presentó una miniserie elaborada por su Gobierno para explicar el origen de la crisis de salud que enfrenta EE.UU. desde hace años debido al consumo de fentanilo, resultado de la propagación de medicamentos legales fabricados con opioides.

«Esta miniserie es justamente esa información, de dónde viene, porque es importante frente a lo que estamos viviendo y lo que vamos a vivir», señaló al presentar el episodio titulado Fentanilo: de la innovación farmacéutica de Janssen a un problema de salud pública global.

Fentanilo: De anestesia a epidemia

La historia del fentanilo comienza con Paul Janssen, un químico belga que sintetizó por primera vez esta sustancia en 1959 como un reemplazo para la morfina en tratamientos contra el dolor.

Su uso se expandió lentamente hasta que en los años 90′ EE.UU. modificó su política sobre la prescripción de analgésicos.

Esto permitió a la familia Sackler, propietaria de Purdue Pharma, masificar el uso del OxyContin, un medicamento opioide altamente adictivo, aumentando su fortuna hasta los 13.000 millones de dólares.

En 2019, los Sackler enfrentaron demandas multimillonarias por promover opioides sin advertir sobre su potencial adictivo y recetar el fármaco a pacientes que no lo necesitaban.

Mientras los laboratorios estadounidenses fomentaban el uso legal de opioides, también se expandía su consumo en el mercado ilegal, lo que culminó en una epidemia que ha dejado al menos 100.000 muertes anuales en 2022 y 2023.

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